EL
MUNDO
3 junio
2016
Laura Tardón
Cientos y cientos de apps para adelgazar
y mantener a raya los kilos. La oferta es casi ilimitada. Cada día más
aplicaciones de este tipo se postulan como una vía de ayuda para controlar el
peso.
Pero,
ojo, no vale cualquiera. Sólo el 0,5% de ellas han sido desarrolladas por
personal sanitario o por universidades como afirma una investigación que se
acaba de presentar en
Así de concluyentes son las
declaraciones finales de los autores que han participado en un análisis que ha
examinado un total de 3.013 aplicaciones para teléfonos inteligentes (las más
populares: Fitbit, my fitness pal y Noom
weight loss coach). Sólo 17 de ellas habían sido creadas por alguna
organización relacionada con la salud, pero ni una sola contaba con la garantía
de un organismo reconocido, "al menos hasta la fecha", puntualiza Charaoula Nikolaou, especialista
de la Universidad católica de Louvain (Bélgica) y
responsable del trabajo, realizado junto con el profesor Mike
Lean, de la Universidad de Glasglow (Reino Unido).
"Es cierto que tendría
que haber cierta supervisión y análisis de las nuevas apps
que van apareciendo sobre el control de peso", señala Clotilde Vázquez,
jefe de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid e
investigadora principal del proyecto PREDIMED PLUS, un ensayo paralelo al ya
famoso PREDIMED que incluirá a más de 6.000 participantes con sobrepeso y
obesidad para evaluar qué efectos cardiovasculares tiene una intervención
intensiva que combina pérdida de peso y cambios en el estilo de vida. Por
ejemplo, sería interesante "tener credenciales, saber de dónde viene la
aplicación, saber quién la ha desarrollado, qué persona o entidad se hacen
responsables...". Como señala la especialista, en la enorme oferta actual
de apps, "muchas no valen para nada. Hacen
negocio".
En la misma línea se
posiciona Cristina Tejera, también endocrina, pero en el Complejo Hospitalario
Universitario El Ferrol (A Coruña). "Hay más aplicaciones que no funcionan
que las que sí apoyan. Hay mucho afán lucrativo sin base científica". Y
esta falta de regulación no afecta sólo a las apps de
sobrepeso y obesidad. "Igualmente, vemos muchas destinadas a la diabetes,
de las que muy pocas merecen la pena".
El mercado de las
aplicaciones es joven. Ambas expertas coinciden en señalar que aún no hay
experiencia acumulada suficiente ni ensayos clínicos que analicen su eficacia.
Por eso hay barra libre para la ausencia de rigor científico y todavía ninguna
autoridad sanitaria puede garantizar tales aplicaciones. La literatura
científica disponible incluye estudios que evalúan la efectividad de distintas
formas de controlar el peso. Según Susana Monereo,
jefe del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital General
Universitario Gregorio de Madrid y miembro de la Sociedad Española para el
Estudio de la Obesidad (SEEDO), "se comparaban fórmulas como las llamadas
telefónicas, el envío del peso por correo electrónico, el face
to face... De todas, la de
mayor éxito es la consulta en persona con la enfermera o el médico. Cuanto más
cercano esté el interlocutor, mejor". Pero en estos trabajos no se han
tenido en cuenta las apps aún.
No obstante, a pesar de no
haber aún datos científicos que demuestren su eficacia, las tres especialistas
consultadas por EL MUNDO apuestan por esta vía tecnológica como apoyo para
reducir kilos y mantener el peso, siempre que tanto paciente como médico estén
familiarizados con esta alternativa. La obesidad es una enfermedad crónica en
la que el tratamiento no es una pastilla diaria, sino que "requiere
cambios muy profundos en el estilo de vida y resulta necesario un recuerdo
constante de los mismos", argumenta Vázquez. En esto, "los
profesionales no podemos ayudar". Por el contrario, las apps sí tienen esa capacidad de acompañar al paciente cada
minuto del día y convertirse en su entrenador personal. "Pueden suponer un
refuerzo positivo y una motivación extra", comenta la doctora Tejera,
quien ya aconseja desde su consulta el uso de determinadas aplicaciones (Foodmeter, Fatsecret, Myfitnessipal) cuyo desarrollo "ha contado con
asesoramiento sanitario". Pero lo hace como una medida aparte del
seguimiento habitual. "Se convierte en una prolongación del equipo
sanitario en su casa y en su móvil". Y agrega: "Todo lo que refuerce
y apoye potencia los resultados".
Una aplicación para el
móvil que sólo sirva para anotar el peso no sirve para nada, explican las
expertas. Sin embargo, puede resultar muy útil si ofrece un feed
back, es decir, si permite introducir lo que un individuo ha comido y en
función de esto responde con el tipo de alimentos que conviene consumir el
resto del día, si emite recordatorios cuando la persona no ha hecho ejercicio,
etc. "Puede ayudar a que la gente que no sabe comer aprenda día a
día", puntualiza Monereo. Por ejemplo,
"mucha gente asocia lo sano con el hecho de no engordar. Es un error. Las
nueces son saludables, pero según las cantidades conllevan muchas calorías y el
pan integral tiene las mismas calorías que el blanco. La diferencia es que
lleva más fibra". Las apps pueden ayudar a
entender mejor este tipo de ideas. Las más sofisticadas, incluso pueden indicar
no sólo si la persona no se pasa con las calorías, sino si logra una dieta
equilibrada y de calidad. Por ejemplo, si ha ingerido suficiente calcio,
hidratos de carbono, proteínas...
En este sentido, adelanta
la doctora Vázquez, "estamos (desde mi grupo del Centro de Investigación
Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición) a punto de
presentar una aplicación de este tipo, en la que según el contenido de los
alimentos consumidos, el individuo obtiene información sobre lo que le queda
por consumir en cuanto a frutas, verduras, hidrocarbonados,
lácteos, etc. El objetivo es mantener una dieta equilibrada" y continuar
trabajando en la prevención del sobrepeso y obesidad.
Según la Organización
Mundial de la salud (OMS), en 2014, más de 1.900 millones de adultos a partir
de los 18 años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 600 millones eran
obesos. Es decir, alrededor del 13% de la población adulta mundial padecía
obesidad y el 39%, sobrepeso. Desde 1980 hasta 2014, la prevalencia
mundial se ha multiplicado por más de dos y, lejos de mejorar, en el último
informe, la OMS alertaba a Europa de una crisis de obesidad de enormes
proporciones en 2030. Concretamente en España, el sobrepeso en hombres pasará
del 66% al 80% y la obesidad afectará al 36%, frente al 19% de 2010.
En medio de este panorama,
señalan los autores del análisis que ha evaluado más de 3.000 apps, las nuevas tecnologías "ofrecen nuevos enfoques
potenciales y representan una nueva oportunidad para proporcionar un control
eficaz del peso", pero antes, deben ponerse en marcha trabajos que
"analicen su eficacia, convendría asegurar mayor regulación y control para
garantizar contenido de alta calidad, implicar al ámbito clínico en su
desarrollo y que organismos oficiales las certifiquen".